Para realmente comprender el esplendor de Hong Kong, quizás y es oportuno una pequeña dosis de historia. Pongamos en contexto lo siguiente: Después de un ‘préstamo’ por 99 años concedido al Reino Unido, en 1997, el puerto regresó a manos de China. Aún y cuando los británicos hayan desaparecido, dejan arrastrando un inmenso legado. En gran medida gracias a estas dos culturas opuestas, hoy existe una dualidad, un hermoso contraste y disparidad que la hacen irresistible ante cualquier viajero. Playas entre montañas espectaculares y justo a un lado, el skyline más hermoso del mundo; las bellas mansiones de Victoria Peak en armonía con obscuros y estrechos callejones. Restaurantes Michelin a la altura de Tokyo, Paris o Nueva York, conviviendo con pequeños tejabanes de comida callejera digna de un programa del difunto Anthony Bourdain.
Hong Kong se remonta a mis primeras aventuras como un viajero solitario, mucho antes de las grandes odiseas que hoy llevo conmigo. Inicialmente fue tan solo un complemento de mis viajes de negocios a China continental. En mi último viaje, tuve el privilegio de conocer grandes amigos; ellos me llevaron de la mano en mi breve paso por esta bella ciudad y me mostraron algunas de las joyas, tan solo dignas de un local. Eran otros los tiempos, pasaba mis fines de semana en un estado de ebriedad constante, persiguiendo tacones y juergas; los paseos en yate eran seguidos por un festín propio de un samurai en el emblemático sushi de Tokyo Joe; acto seguido, bar hopping por no menos de cinco tugurios, previo a nuestra llegada triunfal al Dragon-i. Después invariablemente vendría alguna fiesta casera hasta el amanecer con una monumental vista del puerto. Eran otros los tiempos repito; comprendo que Hong Kong es mucho más que eso y por ello mismo, hoy tengo un motivo para regresar. Quiero que Hong Kong me regale su otro lado y me siga cautivando con su complejidad. Quizás y esté soñando, pero espero a mi regreso ver un Hong Kong que mantiene su libertad de expresión y esa ‘falsa autonomía/soberanía’ que la han acompañado por tantas décadas. China insaciable viene detrás y quizás sea ya muy tarde.
Hernán Junco Patrón.